Fernando del Val pertenece a una especie peculiar de poeta que prospera en los medios de comunicación y ha desarrollado unas peculiares características en su discurso lírico, influido por el ecosistema de las redacciones, donde también se trabaja con el lenguaje. Es, en definitiva, un poeta-periodista, que conoce las exigencias de la información, interesado por el mundo que le rodea y los problemas concretos de la gente. Por ello aporta una visión distinta de la que puedan tener los poetas-profesores, los poetas-banqueros o los poetas-jueces, que de todo hay en la viña del Señor.
Fernando es periodista. Pero es, sobre todo, un poeta joven, no sólo por su temprana edad, también por su intento de innovar, dotarse de un mundo propio y personal reflejado en su primer libro Amanecer en Damasco.
Este Amanecer anuncia una voz sugestiva. Un poeta que ha elegido caminos poco transitados por la poesía castellana, como son los de la ironía, la inteligencia que asume contenida la emoción y elude la sensiblería. Arranca con una primera parte, titulada Ad Cautelam, cuyos poemas exploran el hecho de la expresión, del lenguaje. Son poemas a la gestación del significado, que «… de la manta de la historia / tira», la caligrafía de las palabras «… los sustantivos / ven los momentos que palpan con la vista». El esfuerzo de objetividad, de distanciamiento de estos poemas, les da una cierta sensación de forma geométrica, de estructura de pensamiento fundamentada, insisto, en el humor y la ironía.
Muy notable, dentro de este personal discurso poético, es el texto titulado En el corazón de la Razón. Fernando del Val utiliza recursos que parecen ajenos a la lírica, como pueden ser el diálogo, fragmentos de una entrevista en un periódico o citas científicas, para construir un hermoso poema en el que la razón piensa el eterno tema del amor «Severo Ochoa dijo que el amor era cosa de física y química. Esto no atenta contra las magias cotidianas —chispazos de lo desconocido— que no son nosotros, pero interactúan en el ambiente». En el poema La Confusión, afirma que «intentamos entender las emociones / y eso acrecienta nuestro error».
Original también la parte del poemario titulada Sastrería, quizá porque el poeta corta, desmonta oraciones, textos, y los vuelve a coser, los recompone nuevos y distintos. Es el caso de Miré otros muros, trasunto del quevedesco Miré los muros de la patria mía. Esta sastrería también dispone de «Prendas que cubren el cuerpo» y cuentan cómo «… la cancela de tus párpados se deslizaba en ironía de vida / como si lloviera de abajo arriba un acto de fe». En Verano de 2004, Fernando se permite la licencia de la pasión, del lirismo, siempre contenido, pero de una poderosa sensibilidad «ponte … los paños de la entrega / los atavíos de la pasión / que quiero alunizar en tu piel de mares.»
El poema Damasco abriéndose constituye otro de los ejes centrales del libro, al que sin duda le sugiere el título. Damasco es un lugar mágico, la ciudad de la revelación donde quizá se encuentran las respuestas a la intensa búsqueda intelectual de todo el libro. «Damasco entre cristales traspasados / se declara en elegía / herida, de un riesgo no por conocido calculado». Desgraciadamente, como indica el texto del emir Faisal a Lawrence de Arabia: «las puertas de Damasco / están más lejos que las puertas del Paraíso». Intuye Fernando del Val que quizá tampoco Damasco tenga todas las respuestas y habrá de seguir buscándolas en nuevos libros. Amanecer en Damasco es el poemario, insisto, de un poeta joven, con la valentía de una voz original que se arriesga a equivocarse, que tiene por delante un camino de perfección, y a la que conviene seguir atentamente.
José Pulido. (Diario de Ávila)
«Esta poesía primera de Fernando del Val es, antes de nada, sorprendente. Amanecer en Damasco no tiene nada de generacional. Es un libro cuidadosamente construido en el que las citas clásicas, el latín y las referencias literarias conviven con absoluta falta de temor hacia las palabras».
Angélica Tanarro en El Norte de Castilla.
«Frescura en verso, Fernando del Val se perfila como un nuevo talento en el mundo de las letras vallisoletanas. Inquieto escritor y periodista que dará que hablar».
Comentario editorial de El Día de Valladolid.
«Fernando del Val ha comenzado a pescar palabras con desparpajo, talento y memoria mitológica».
Vicente Álvarez en El Norte de Castilla.
«Amanecer en Damasco posee un animismo lingüístico donde cobran vida y palpitan términos como lexema, sustantivo o adjetivo». Esperanza Ortega en noticia recogida
por Camino Monje en El Mundo de Castilla y León.
Reseñas
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